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IN MEMORIA: Ninguna persona será feliz, sino tiene el propósito o conoce el sentido de su misión.

DE DÓNDE DERIVAS TU VALOR.

DE DÓNDE DERIVAS TU VALOR.
Para muchas personas su valor como seres humanos está en lugares ajenos a su propio interior, y siendo esto así, estos individuos cargan con un sufrimiento silencioso del cual no se logran sobreponer fácilmente. Una de las razones para que esto sea así obedece a que no saben el porqué de esta situación que resulta ser tan incómoda. Y no es para menos.

El valor que cada ser humano se da, es decir, esa sana interpretación que cada quien tiene de sí, en muchos casos en lugar de ayudar, lo que hace es afectar y disminuir a una persona que cada vez se siente menos. Esto proviene porque su “centro de Valor” por llamarlo de alguna forma no está dentro sino fuera de ese individuo.

En todo caso, cada vez que alguien ponga su valor como ser humano fuera de sí, está endosándole su termómetro de realización y satisfacción a eso que está fuera.

Para muchos y sé que son enormes cantidades de personas que han perdido su norte, al minimizar su humanidad, al entregar su sano respeto de sí mismo a los condicionamientos externos a los que les han entregado su realización, y entonces, supeditados a los dictados de los vaivenes de las circunstancias, tienden a convertir sus emociones en una montaña rusa, en donde a veces se está arriba y otras abajo.

Es fácil detectar dónde está en un individuo eso que le hace sentir más, basta con escuchar las palabras con que procuran referirse a sí mismos. Para muchos su valor viene de la carrera que ostentan y entonces, el hecho de saberse Doctores por ejemplo, o arquitectos, o actores de fama les lleva a “sentirse”, los lleva a experimentar una sensación de valía, de ser. Así que dicen “Soy Gerente”, “soy dueño de empresa”, “Soy presidente de compañía”. La sensación de valor como seres humanos se desprende del cargo que tienen. En unos casos más, hay quienes el valor que se asignan a sí mismos está en función de sus posesiones y riquezas y se definen de esa manera. “Soy hacendado, inversionista, corredor de bolsa”. Para otros su valor gira en torno de las amistades de importancia que tienen. (¿Acaso Quién define quién es importante?) Y de esa manera determinan su grado de realización o frustración que pueden sentir. Es fácil escucharles decir, “soy amigo del… Presidente, gerente, artista, en fin) Para otros su valor está determinado por su belleza física y aunque no dicen “soy bella, soy atractivo”, su mundo gira en torno a su aspecto físico y lo hacen evidente.

Estas personas son dependientes. Su grado de realización no está dentro suyo, sino fuera y está condicionado por esos aspectos. Para la persona que su valor está condicionado por la clase de posición laboral que ostenta al llegar a perderla, no sólo pierden el trabajo sino que se pierden a sí mismos dado que su fuente de valía ha dejado de existir. O cuando llega otra persona con posiciones de mayor poder, o cuando los compañeros de trabajo no estiman en mayor grado de importancia ese cargo, sufren, se deterioran.

Sucede lo mismo con quien su valor está en proporción con las riquezas, las amistades, o los títulos que ostentan. Al momento de perder lo que tienen o que lleguen a un lugar donde otros se encuentren en mayores niveles o no estimen su condición como valiosa, se desmoronan sin más y pierden su integridad, que por cierto, la integridad en ellos es más bien poca y muy débil. De igual forma sucede con las personas bellas. Su valía se ve golpeada cuando para algunos su belleza no es tal, o cuando llegan a un sitio donde encuentran personas que en su opinión son más bellas que ellas.

Todos estos individuos tienen una característica en común, les han endosado su realización, su paz interior a la opinión ajena, pues ¿quién determina la importancia de alguien en estos casos? Las demás personas. Las personas así son fácilmente manipulables e impresionantemente predecibles. No importa el cargo que tengan, ni la cantidad de riquezas acumuladas, ni el prestigio de las amistades que tienen, ni el status, ni el prestigio, ni cuanta belleza puedan exhibir, son sorprendente influenciables y para los manipuladores hábiles y sin una conciencia recta que les ilumine una manera de actuar estos individuos son su delicia, pues obtienen fácilmente de ellos lo que desean.

Esto es así y no de otra manera porque estas personas han entregado su dignidad, su valor propio a circunstancias ajenas a sí mismos y entonces, toda vez que la fuente de su valía cambie, ellos estarán condicionados a ese cambio.

He encontrado a una que otra persona por ejemplo que mucho después termino por enterarme que era alguien de “gran importancia”. Es decir, compartí momentos con personas muy agradables, amenas, formales y con quien tengo hoy día grandes amistades, pero en su momento no sabía que ellos eran personas con puestos de trabajo de alto nivel, o de importantes fortunas. Ellos no hicieron mención de ello, no hicieron alarde. Me sorprende este tipo de comportamiento dado que he terminado por acostumbrarme a esa tendencia tan generalizada de determinar el valor propio en función de agentes externos.

Hay una escena que se narra en el libro del Éxodo cuando Moisés se encuentra con DIOS, en el episodio de la Zarza Ardiendo. Cuando DIOS le dice a Moisés que vaya con el Faraón para pedirle y exigirle que libere al pueblo de Israel, Moisés le pregunta a DIOS que cuando le pregunten cómo se llama el que lo envió qué va a decir, DIOS entonces le responde: YO SOY EL QUE SOY, diles que YO SOY te envió. Ni siquiera se refiere a sí mismo como DIOS, ni como el creador, ni como el dueño del universo, ni nada por el estilo. No hace referencia a su majestad, ni a su grandeza, ni a su excepcional poder, sólo se refiere someramente al tema más adelante ante los titubeos de Moisés, básicamente porque no tuvo otra opción.

Cuando existe la necesidad de demostrar que se es alguien, a pesar de que ya lo somos, cuando a través de cargos, posesiones, belleza, se pretende hacerse valer y determinar la propia valía, se termina reforzando la debilidad de carácter que cohabita en el corazón de esos individuos que empobrecen su espíritu. Lamentablemente para muchas personas, una enorme cantidad de gente, no pueden aceptar el hecho de que son valiosos ya, simplemente por el hecho de ser, de existir, de ser seres humanos. Muchos andan en una carrera que raya en lo esquizofrénico buscando paliativos, remansos que les permita equilibrar sus expectativas infundadas de que para ser hay que tener, obtener, alcanzar, lograr.

¿Te podrás imaginar lo frustrante que puede ser para alguien que invierte buena parte de su vida en lograr algo, para darse cuenta al llegar después de ese largísimo tránsito, que eso que obtuvo si es que lo llega a obtener, que lo que tanto buscó, lo tenía desde antes incluso de haber partido en tan quijotesca faena?

¿Quién eres tú? Eres el que eres, no necesitas de aditamentos que cuelguen en tu vida para valer como ser humano. Pensar y actuar en función de sumar para valer, eso a parte de frustrante, es degradante. Eres el que eres porque eres, con todas tus luces y sombras. No eres más ni menos por tener más títulos o no tenerlos, ni por la posición social o laboral, ni tu riqueza ni tu belleza te suman. Tu sentido de valor no debe estar condicionado a lo que tienes, tu sentido de valor debe estar fortalecido en la sana creencia de que como ser humano eres maravilloso, obra excelsa de DIOS. Si condicionas tu valor a expensas de situaciones externas te condenas, asfixiando todo tu potencial.

Las personas libres de condicionamientos externos para sentirse valiosos son difícilmente influenciables. Su conducta es conducida por un sano concepto de sí mismos, y su sentido de valor está en su mente y corazón, llevándolos a hacer lo que hacen desde su propia luz, si necesidad de complacer a los demás. Son personas que tienden a ser realizadas, son cálidas y tienen un gran magnetismo, por lo que son fuertemente atractivas, en el sentido que su personalidad atrae y de allí que las personas una vez los conocen quieren tenerles cerca. Tal es el poder de la libertad que se vive desde el corazón.

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